Esta la tengo que contar porque va a pasar a la historia como un hito kilométrico de los de punto negro...o rojo o morado...me da igual...deberían levantar un monumento al siguiente relato... Por A o por B me picaba la garganta sin cesar desde que volví al trabajo tras un día de consumar con mi gripe en la cama lo que no he consumado con ningún hombre desde que me propuse dejar de consumar... el caso es que muy de mañana decidí acudir al trabajo en compañía de mi botella de jarabe para la tos Bisolvón antitusivo...que conste que no estoy haciéndole propaganda por lo que sucede a continuación... Mi cabeza y yo, yo y mi cabeza como siempre cada una a su bola decidimos (inconscientemente por mi parte y con plena consciencia por parte de mi caotica cabeza de chorlito) dejarnos olvidado sobre la mesilla el vasito de medir la dosis del jarabe por ml para no exceder en cantidad lo que podría considerarse una sobredosis de medicamento...que bien pensado... en el lamentable estado en el que me
cómo se aprecia un rayito de sol en la tormenta, un soplo de aire fresco en el calor abrasivo de un verano sin sombra, una sombra en un desierto, un claro en una selva espesa, una gota de agua en medio de la sequía, un barco en la tempestad, un colchón en un suelo duro, un buen somier bajo un colchón de muelles, una mano en la soledad, la soledad en medio de tanta multitud, un punto de rojo pasión en esa película en blanco y negro, la seriedad del blanco y el negro, una rutina firme en medio del kaos, un poco de desorden dentro de tan estricta colocación, tus labios cuando no hay otros, otros labios cuando estaban los tuyos.
Cuando por casualidad cae en tus manos uno de esos libros de antaño, del año la polka y la cancamusa y por casualidad encuentras una esquinita doblada hace tantos años como generaciones tiene ese libro, todo humano, toda persona se empeña en enderezar el destino de la insignificante esquina, como si fuera algo incómodo, poco estético, de cuyo afán de remediar no se salvan ni maniáticos ni ordenados, no desordenados y normales tirando a desastrosos como yo. Entonces la página acostumbrada desde generaciones como bien digo, a su doblez, a la mala postura y al maltrato, de repente no se siente liberada, se siente tan extraña en esa postura tan correcta, que se resquebraja, ella no ha nacido para ser una página más, ha nacido para ser rara, la de la esquina doblada.
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