MaS

A veces aparecen esos pequeños detalles, que enmascaran diminutos como son, lo inevitable de un final. Son unos detalles tan insignificantes que a veces obviamos porque sabemos que lo que ocultan son cosas de una magnitud que no nos vemos capaces de encarar. Son como la pequeña carcoma que derrumba edificios. Y no se pueden combatir, y no se pueden cambiar. Y terminan con todo .

Hay una Marta que trabaja conmigo. Es un peligro. Tiene una amiga qe también es un peligro. Una puede decir lo que la de la gana, Marta lo va a interpretar como la salga del mismo o como la convenga en el mismo momento en el que se pronuncie la oratoria ejecutada por la persona cualquiera en cuestión, que en este caso he sido yo, y su amiga del alma que la secunda (cuando no la pone verde) y entonces Marta tiene razón se diga lo que se diga. Yo he hablado por demás o por de menos, el caso es que soy el punto de mira, si hablo porque voy de lista, si me callo, que estoy empanada. Cuando soy imbatible, que si me huele el sobaco y que si a ver si voy a ser lesbiana. Nunca en la vida me había topado yo con semejante cuadrilla... a estas aturas señoritas, y tal y como está el mundo y ustedes con ojos no más que para sus ombligos. Peor aún, despreciando todo lo que es sabiduría política, bienestar social, sentido del ser y ética moral. No sólo no siendo pensantes ni queriéndolo ser, sino

No fue fácil. De hecho no fue un día o que tardó en hacerse mayor, sino varios años. Se paseaba por el mundo creyendo que era mayor, autosuficiente y responsable de sus actos. Y eso le agradaba mucho. Fue cuando o lo soportaba más y encima no tenía alternativa cuando se hizo mayor. Entonces ya no había nada detrás que le impidiera caerse de culo y autogestionarse con un ¡¡¡TOOOONTOOOO!!!

poco importa el viento que sople. el tiempo que quede, la crisis que amenaza hundiendo las esperanzas o cortando como no lo hace el viento frío de soria (que es muy noble, pero muy frío) Cuando una quiere cambiar todo lo que hay en la vida pesa, se hace duro de llevar, de soportar, de arrastrar. Todo es un lastre. Y una no puede dejar de sentirse culpable por abandornarlo hasta que no puede más. Entonces estalla. Y cambia. Cuando una quiere cambiar, hará lo que sea pasando por donde haga falta sin ser consciente si quiera de que está pisando terreno pantanoso, o cadáveres o culebras. Una pasará por donde haga falta sin darse cuenta de que en el empeño de hacerlo se la va la vida, las ganas y el alma. Cuando una quiere cambiar termina sin saber a dónde iba, nisiquiera las causas que ya el tiempo se encargará de recordarla como un eco lejano. Y cambiará, pase lo que pase, a pesar de todo, or encima de todo, y no siempre será fácil ni será triunfal. Pero cambiará.