MaS

Café mas bollo Uno cincuenta ¡vaya chollo! que poeta... No me conviene y lo se pero no lo niego me gusta, sabe dulce, diría que lo necesito pero no me decido a terminar de necesitarlo porque a la larga estas cosas son las que matan o peor aún, las pierde una el gusto acostumbrándose a ellas. Tampoco me conviene cobrarla de menos, aunque venga cada día. Es una pérdida minúscula pero estas cosas a final de mes son las que se notan y no te digo a final de año, pero me hace gracia ahí la tienes solita todos los días uno después de otro con su despiste y su silencio intentando concentrarse en el vuelo de una mosca o en el menú de desayunos. Y el uno por el otro la casa sin barrer, se alargan las situaciones y pagarán caros los platos rotos, a nadie le conviene, ni nadie va a salir bien parado pero qué bien sienta a corto plazo evadirse de las amarguras a las 17:45 café y bollo cortesía de la casa.

Es una decisión firme pero sin sentido. Falta de personalidad que dicen los que se creen seguros de saber lo que quieren, falta de complicaciones lo llamo yo, al fin y al cabo no me va la vida en ello, o si me va, pero precisamente por eso, porque me vaya más feliz pues elijo no elegir. Es una de esas cosas con las que prefiero no encararme. Me gusta el limón y me gusta el chocolate; barajo cual me perjudica más a la larga, a la corta... alguno se mantendría en sus principios: "el chocolate engorda demasiado", "el limón da ardor de estómago", diría para justificar su decisión. Y yo continuaría toda mi vida esperando a que decida el que paga los helados. La postura cómoda: ¿para qué más, si tampoco me perjudica en exceso que en este caso decidan por mí?, ¿si casi me viene bien no complicarme en esa decisión? Mientras no muera nadie, aquí paz y después Gloria. Ya veremos cuando engorde o cuando tenga ardor de estómago, al fin y al cabo el tiempo todo lo cura (después