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Las otras

Me pregunto qué harán las otras en mi supuesto lugar. Las otras que por supuesto no soy yo. Las otras que deben ser tan diferentes a mí como inverosímiles o imposibles. ¿En qué cabeza cabe una persona que se deja engañar?¿La que se deja morir de asco en casa preparando la cena al fantasma de turno? Por eso me cuesta imaginar a las otras tan "normales" y considerarme yo la "subnormal". Aunque bien pensado y con la mente fría, y visto desde fuera, desde el punto de vista del espectador morboso, que critica la vida de los otros, porque es más fácil que hacerse cargo de la suya propia; subnormal sí que soy, pero por aguantarte. 

Sin preguntar

Sin preguntar. Estruja todo lo estrujable, arrástrame del cuello hasta donde tus labios quieran posarse. Recorre todo lo que planeas recorrer cuando me miras a los ojos y préndele fuego a cada cacho de piel con tu aliento. Arderá la piel, arderán las venas y arderá la sangre que las recorre a mil kilómetros por hora ahora que tú me arrinconas entre tú y tus brazos, como si nada más en este mundo hubiera a lo que sujetarte, a lo que agarrarte, como si fueras a caer en la monotonía o en un abismo y estuvieras sujetándote a mí. Así, pero con los ojos llenos de pasión y deseo, como si tu piel y mi piel no tuvieran otra forma de existir ahora mismo que una contra otra, tan llenas de sentido como nuestras almas llenas de ese explosivo efímero que ahora derrochamos, como si nos sudase por los poros de la piel un magnetismo que no comprende de otra manera que uniéndonos el uno al otro, recorriendo las perfectas imperfecciones de lo que somos en este instante, más imperfectos que nunca pero má

Ojalá que lo borres

Ojalá que lo borres de una vez, que no quede nada más que vacío. Un nosequé que tuvo lugar nosecuándo y por encima, tantas cosas nuevas que  no dejen espacio para eso en tu disco duro: éxitos, felicidad y alegría. Todo lo mejor. De verdad. Y ojalá lo borres o lo hayas borrado ya y las cosas a las que te refieres, las refieras como quien refiere historias de ciencia ficción. Bórralo. Haz el favor. Antes de maquillarlo hasta desfigurar todo lo que parecía parecer, no sin antes destruir la copia de seguridad que  se ha quedado dentro de tí, atrapada en un bucle eterno, empeñado en el quién fue quién de aquella historia. Ojalá que lo borres y comprendas y dejes sitio para lo que esté por venir, entonces entenderás que de no haber borrado, nada podría ser como será cuando lo borres.

He estado aquí

Ya he estado aquí. Conozco cada paso, cada azulejo, cada forma del estucado que conforma algunos lados de la pared. Y todas las veces ha acabado muy mal, o mal en el mejor de los casos. O indiferente, a pesar de que la indiferencia haya tardado en llegar lo que tarda el odio en sembrarse y cosecharse. Ya he estado aquí y cuento con la ventaja de conocerme el camino, el de baldosas amarillas. Sólo que antes no olía a tabaco, o había muchos papeles entre nosotros, o un viaje muy lejos creaba un abismo. Ya he estado aquí y por eso sabré cómo volver aquí de nuevo, en otro momento tal vez, más adelante, justo cuando olvide cómo llegué hasta aquí, pero para que pase todo eso, primero tengo que salir de aquí.

No se cuántas van.

No se cuántas van. He perdido la cuenta hace tiempo, meses. Al principio eran fáciles de contar, como lo son las cosas que son pocas, las cosas extraordinarias, fuera de serie, que últimamente se repiten tanto que me aburren probablemente como me aburrirían todas las cosas que se repiten, aunque sean buenas, pero sobretodo si no lo son. Entramos en algún momento en algún laberinto de setos altos y acabamos exhaustos de dar vueltas incapaces de salir de allí sin malherirnos, sin desgarrarnos la piel y arañarnos las ganas de seguir con esto, la esperanza, sin que se derrame una lágrima. La mía siempre, porque tú nunca lloras. No se cuántas van y eso me preocupa porque soñaba cuando te conocí que todo iba a ser perfecto, ¿cómo no lo va a ser si te acompaña una persona que dice estar hecha para acompañarte? He sabido liberarme de esto más veces, he sabido levantar la cabeza y seguir mi canción, mi baile, mi ritmo, sin despeinarme demasiado, a veces hasta con el 50% de lo que soy, a vec