PAZ DE DOMINGO

A salvo.
Sin saber cómo ha sucedido, ni cómo hemos llegado hasta aquí, cierro los ojos y descanso, a salvo. Tu me sujetas con tus brazos tan retorcidos a mi alrededor que parecen enredaderas fuertes y seguras. No me molesta tu aliento en mi pelo, no me das calor, ni frio, no me molesta no conocer nada de tí, no me molesta que seas un extraño. No me asusta que nuestros mundos estén tan alejados el uno del otro viajando en líneas paralelas y en sentitos contrarios. Sólo descanso. Por fin. Nada más me interesa de este momento: ni la música, ni la mañana por las rendijas de la persiana, ni los montones de ropa cómplices de algo que prefiero obviar. Sólo esta tranquilidad, al fin. Sólo todo lo que eres cuando tus brazos forman parte de mi anatomía también. Sólo está paz de Domingo.

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