MIL HURACANES

A penas un vientecillo hace unos años, ahora las montañas se inclinan a su paso. No bastará un no, llegará cueste lo que cueste, irá donde el viento le lleve, porque él es el viento, porque la fuerza de la inercia le ha hecho ahora mucho más poderoso, porque la frustración no pudo con él aunque se sintió vencido. Porque salir adelante allí atrás fue mucho más fácil de lo que creía y también mucho más crudo. Aprendió, todo es cuestión de tiempo, y ha vuelto con el pelo alborotado y enmarañado decidido a hacer justicia, a seguir su camino, a no consentir que nadie frustre sus sueños con motivos sin cuerpo, a no consentir que el miedo de nadie se interponga en su camino, pues ni el suyo propio ha sido capaz de pararle los pies, sino todo lo contrario, le ayudó a poner un pie delante de otro una vez más, y otra vez y otra vez. De su mano subió montañas, hizo bandear los cables de alta tensión y arrasó a su paso todo lo que estaba atado a la tierra, como si fuera Atila, pero más poderoso cada vez y creciendo siempre.

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