A CERCA DE PERDER EL TIEMPO EN BANALIDADES

(...) se disponía a abrir la puerta, y al sacar las llaves de su bolsollo, algo cayó al suelo. Sorprendida, pues no recordaba haber metido nada ahí, hizo el esfurzo de agacharse a recogerlo. Esfuerzo considerable, dado que venía de la compra, cargada de bolsas. Descubrió, desencantada, que se trataba de uno de esos arrugados folletos de propaganda ALLUCANEAT que a veces se guardaba sin querer. Lo echó al buzón de propaganda del portal lamentando a penas unos segundos el esfuerzo vano. Giró la llave, empujó la puerta y entró, por fin, en el edificio. (...)

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