¿Qué nos falta para sentirnos en paz?

La mayoría de los casos de etados anímicos perturbados tiene una solución previsible. Sólo unos pocos muestran consecuencias intratables. La gran ventaja de estos últimos en cambio, consiste en que, mientras casi nadie se ocupa de lo que le ocurre a la gran mayoría, todo el aparato sanitario, mediático e institucional, intenta ocuparse de los casos insólitos. Las soluciones para las enfermedades que afectan a muchos -la pérdida de memoria, la ansiedad, la falta de concentración, las interpretaciones lesivas e injustificadas de las pesadillas, la ausencia de objetivos que paralizan voluntades o la pérdida de empatías- son increíblemente simples y, además están fundamentadas científicamente.
Es más, el concepto revolucionario de la plasticidad cerebral con que se ha saldado el viejo enfrentamiento entre neurólogos y psicólogos, conllevaun peligro: algunas terapias sugeridas por la recién descubierta plasticidad cerebral casi suenan a perogrulladas; no es creíble qu ebaste con descartar las cuestiones que atormentan al espíritu y ocuparse, sobretodo de lo que funciona. Dejar de lado los temas que convulsionan al espíritu y centrarme, en cambio, en la infinitud de cuestiones que me apetece y puedo resolver es una terapia de éxito.
Otro ejemplo sobradamente comprobado: el cerebro no perdona que no se quiera aprender nada nuevo, por sencillo que sea. Sin algún tipo de ejercicio, aunque sólo sea físico, no se puede progresar. Basándose en ésto, se ha podido demostrar la ventaja de practicar ejercicios mentales como la música, que agudizan capacidades no sólo vinculadas a este campo, sino a otros como idiomas o una mayor empatía. Estar bien cuesta mucho menos de lo que uno se imagina, pero hay que proponerselo.
No sabíamos por ejemplo, que sencillos ejercicios aeróbicos, repercuten favorablemente sobre los estados de ansiedad. (...) puros ejercicios aeróbicos aumentan el número de neuronas y el número de veces que se comunican entre ellas. En la base de lo que antecede resplandece un descubrimiento que sólo hemos sabido apreciar en todo su esplendor recientemente. Hace falta aprender para vivir en paz. Sin aprendizaje, disminuyen determinados óranos cerebrales como el hipocampo; se pierde la capacidad de explorar nuevas soluciones; se empequeñece el cuerpo social hasta arrugarse y perder su potencial de crecimiento. Y ocurre algo peor: lo que distingue al progreso del conocimiento humano del resto de los animales es el llamado "efecto trinquete" o acumulado, es decir, sencillamente, no se pierde loadquirido, sino que desde allí se catapulta la innovación. No hay marcha atrás. Mientras tanto, el inteligente pulpo puede aprender a abrir una lata de sardinas, pero olvida el mecanisnmo casi tan rápidamente como lo asimiló.

Hemos descubierto el impacto decisivo de la educación y el aprendizaje; el paisaje devastador que provoca el ensimismamiento sobre uno mismo y la inacción. No es sabio el que medita aislado del mundo, sino el que interacciona con él. Para ello puee ser necesario recuperar la capacidad para concentrar la atención meditando, pero con la finalidad de abordar luego objetivos colectivos com ola gestión emocional, la solución de conflictos y la integración social.
UNO SOLO NO VA A NINGUNA PARTE.
El posible erroro de los que frente a la crisis económica se refugian en la actitud de ni estudiar ni trabajar puede que sea otro que el de hacer caso omiso de los efectos nefastos de de la falta de ejercicio. CREER QUE, SIN HACER NADA, NO PASA NADA.

EDUARDO PUNSET

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