opinantes del mundo


El derecho de opinar es tan amplio como el repertorio de palabras de uso en nuestro lenguaje y todas sus combinaciones posibles. El derecho de opinar siempre será un derecho libremente ejercido pra bien y para el mal, tal es el caso de periodistas de segunda y malas pécoras. Opinar es libre, y pedir opinión también. Sin embargo siempre es más fácil opinar de todo sin que nadie nos pregunte, y más difícil seleccionar las opiniones que queremos escuchar y aún más complicado elegir y determinar cuál es la sincera, cuál es la de verdad, en cuál no subyace un segundo interés en la mayoría de los casos egoísta por parte de la persona que opina, de ahí el motivo de que muchos de nosotros nos amparemos en nuestros progenitores, y más concretamente en las mamás para concebir una opinión sincera, que probablemente nos beneficie a nosotros y a nadie más, una opinión de la que bien pueden depender los zapatos que me pongo esta noche, como si salvaré el mundo hoy o lo dejo para mañana. Las madres bien lo saben, las madres mueven el mundo, las madres con vocación de madre claro está, las que persiguen incansables a los de su estirpe con su colección de táperes fin de semana tras fin de semana... las madres.

No te pido que hagas de madre, ni te pido que no seas egoísta pero decido escucharte opinar al respecto y tener en cuenta lo que de tu boca salga, pretendiendo que no me desestabilice ni me tire de mi nube de la que más tarde que temprano habrá que bajarse . Dilo con sinceridad, sin dejarte ninguna letra, opinión, motivos, punto de vista... dimelo al oído y yo haré lo que me plazca.

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