Como la espuma


Subía como la espuma y ninguno de los dos sabíamos pararlo. Sólo el tiempo permite que poco a poco vuelva a bajar, que se deshaga entre susurros cómplices la espuma dentro de la bañera, como si nunca hubiera estado ahí.

No puedo evitar relacionarlo con aquel día: Volcamos dentro el bote entero del gel. Queríamos un baño de espuma como en las películas de la tele en que la espuma lo tapa todo con su apariencia tan blandita, tan calentita y tan abrigada como un forro de borreguillo dentro de la cazadora.

Pronto empezó a subir aquello y pronto dejamos de vernos las caras y pronto dejamos de ver la bañera y de ver todo. Pedimos auxilio pero mamá estaba ocupada con sus cosas en su cocina ajena a la tragedia que sólo el tiempo podía remediar. Y del mismo modo que había crecido, en cuestión de minutos, dejó de crecer la espuma para ecabullirse silenciosa dentro del agua, dentro del aire; para simplemente desaparecer.

Leyes de la física, leyes de la química. Conclusiones, determinaciones y finales. Siempre tan apasionantes y a veces, incluso, apasionados.

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