EL CALVO

No es muy original lo que tengo que contar hoy, o al menos no me lo parece, pues después de vivir en Madrid un tiempo (ya va para tres años en punto) una deja de sentirse especial entre un millón para pasar a ser la millonésima parte indiferenciable (¿existe indiferenciable?) de una multitud bastante, digamos mejor demasiado, extensa. Hoy he ido al gimnasio por primera vez desde...mmm... no lo recuerdo. Desde hace más de un año... más bien desde que dejé de trabajar en uno de ellos. Un tio calvo que parecía un tiquismiquis nos ha dado la paliza de nuestras vidas, aunque ¡qué mala pata! en esos 50 minutos de nada sí que me he sentido la rara entre un millón porque he tenido la sensación de que nadie notaba el martirio al que estábamos siendo sometidas, salvo yo. Profesor incluído, en esa sala no debía haber nadie en su sano juicio para aguantar eso por gusto. Cinco minutos después de empezar la clase ya estaba sudando como un pavo y pensando que si aquello seguía así, iba a acabar por los suelos. Ni me respondían las piernas al final, porque: ¡sí señores!¡¡ HE AGUANTADO HASTA EL FINAL!! y no ha sido fácil, pero me siento orgullosa y no podía subir ni las escaleras pero lo he conseguido. No entiendo qué sentido tiene volver mañana a que me machaquen, sin embargo, aunque solo sea por superar retos, tal vez merezca la pena... eso sí, mañana fit box, por si el fin de semana tengo que salvar el mundo...

Comentarios

Marta Sancha Miguel ha dicho que…
de holiday gym castellana

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