Sin preguntar

Sin preguntar. Estruja todo lo estrujable, arrástrame del cuello hasta donde tus labios quieran posarse. Recorre todo lo que planeas recorrer cuando me miras a los ojos y préndele fuego a cada cacho de piel con tu aliento. Arderá la piel, arderán las venas y arderá la sangre que las recorre a mil kilómetros por hora ahora que tú me arrinconas entre tú y tus brazos, como si nada más en este mundo hubiera a lo que sujetarte, a lo que agarrarte, como si fueras a caer en la monotonía o en un abismo y estuvieras sujetándote a mí. Así, pero con los ojos llenos de pasión y deseo, como si tu piel y mi piel no tuvieran otra forma de existir ahora mismo que una contra otra, tan llenas de sentido como nuestras almas llenas de ese explosivo efímero que ahora derrochamos, como si nos sudase por los poros de la piel un magnetismo que no comprende de otra manera que uniéndonos el uno al otro, recorriendo las perfectas imperfecciones de lo que somos en este instante, más imperfectos que nunca pero más que perfectos al estar así como estamos, fundidos, como metales pesados surcando un cielo limpio y azul y arañándolo de líneas blancas, como mis uñas en tu espalda, como lo que quedará después. El rastro de tí y de mí, por cada uno de nosotros.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La de la esquina doblada

cómo se aprecia

Bisolvón antitusivo, el jarabe que más me pone!!