Cerrado por vacaciones


Un cartel que este año en varios negocios brilla por su ausencia. Algunos deciden no arriesgarse y esperar a Octubre o a yo que se que mes para no desertar, para que nadie se olvide del negocio y e nos marche a la competencia oiga... que aquí la clientela es de confianza de la de toda la vida.

Sin duda este está siendo el año en el que menos negocios han colgado el cerrado por vacaciones en sus puertas y escaparates, es más, se ha convertido en un cartel tan extinguido que me asombro cuando lo diviso en algún lado en mi divagar diario en busca del final de mi desempleo. Lo miro y alguna neurona maruja de las de bata de flores aún se atreve a reprochar al irresponsable del dueño del negocio que, estando las cosas como está coge Agosto por montera y se lo lleva de vacaciones en la maleta a un destino que bien puede ser Benidorm, o bien puede ser el pueblo del primo, o el pueblo del mismo, o Madrid mismo, porque el caso es desconectar y dejar de lado lo de siempre: la rutina, las prisas, el coche, madrugar, yo que sé. El caso es cambiar aunque sea por un tiempo, la eterna realidad que se repite día sí, día también. Y digo yo que soy mucho de teorías y poco de prácticas: Si tan agobiados estamos por la rutina, por el eterno discurrir de las cosas siempre en el mismo sentido, hacia el mismo sitio y con las mismas sospechosas actividades... ¿por qué no cambiaremos más de vez en cuando? ¿es que somos adictos a las cadenas de la rutina?

Ahí lo dejo caer, que discurra el que se aburra y el que no, que lo deje para otro rato.

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