Días de batalla

 Hay días que me veo como una guerrera, con espada, a lo Xena de los 90. Con mi pelo al viento y una actitud desafiante enfundada en minivestido de acero y botas de amazona. Me siento con la fuerza de enfrentar el huracán y cuando acabe con él, que lo haré, remolcarlo hasta la tumba de los huracanes. Me siento con la capa al viento. Capaz. Muy segura de que éste es el camino.


Hay días.


Me arrojo, me arriesgo, se llena el alma de adrenalina. Iría hasta el fin del mundo con tal de conseguir lo que planeo. Ningún sueño se termina y por más problemas que surjan, las nuevas ilusiones reemplazan a las aplastadas, como si fueran olas del mar. Cada vez más grandes, cada vez más intensas, cada vez más lejos.

Como una marea alta, todos los problemas quedan unos metros más abajo y no se ven los escarpados picos de pizarra tan amenazantes e imponentes en marea baja.


Me siento feroz. Creo que soy capaz de encontrar el camino pase lo que pase y llueva lo que llueva. Cansada, exhausta y derrumbada, llegaré hasta el final, pero llegaré. 

Y nunca seré la misma después.


A veces la recompensa eres tú; otras, lo que yo proyecto sobre mi futuro; otras la calma. Dormir tranquila, que ya es bastante, poder seguir soñando cuando despierto, continuar con mis planes, mi viaje, mi proyecto... seguir avanzando poco a poco.

Ningún camino es el mismo, pero reconozco que aprendo cuando presto atención, y si no la presto, que es algo que me permito a menudo, vuelvo a leer el párrafo hasta interpretarlo adecuadamente


Sucederá el olvido, miraré hacia atrás y ninguna cruenta batalla me parecerá tan significante como para no seguir, como para no volver a intentarlo. 

Como si todo aquel dolor fuera ficticio o cosa mía o como si ahora desde fuera resulta que no era para tanto. 

Me creo muy durita y cuando me pongo valiente no hay quien me pare.


Pero también vendrán los días de trinchera, en que duele el alma, en que pienso que no será posible resistir ni un minuto más en pie. Los días de oler el polvo del suelo, de avanzar arrastras, de reptar herirse con rabia. Brindemos por esos, y los otros. Los días de batalla.


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