ENREDADERA

Trepa retorcida la enredadera que se agarra acariciando su propósito mientras lo cubre de besos con sus ramas y de caricias con sus hojas, calando entre el cemento y el hormigón toda su savia de ternura. Retuerce todas las entrañas del edificio y lo hace temblar desde sus cimientos y aunque no volverá a ser el mismo edificio robusto, se deja atrapar por el verdor espeso sin cambiar ni uno solo de estos segundos que transcurren  atrapado entre las ramas, envuelto en una extraña paz que no le corresponde a él, edificio tan práctico y transitado tantas veces al día.
Se acuna abandonado entre el frescor del aroma a verde mojado, como descansando de todo lo que ha pasado, se echa a perder sin miedo, casi soñando con volver a ser el polvo que fue antes de ser piedras, obras, edificio, pasillos y ventanas, casi soñando con volver a la tierra exprimido por los abrazos de su enredadera. Derruido por ella, rendido en sus brazos, como la piedad de Miguel Ángel.

"Ventanas azules,
verdes escaleras, 
muros amarillos 
con enredaderas
y en el tejadillo
palomas caseras"

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