Sin hilo dental

El hilo dental es una cosa que siempre me ha dado risa en las películas, por ejemplo en la de Pretty Woman y en... en... eeeennn.... en la de Pretty Woman.
Es una cosa que, en mi mundo y dentro de mi vida, poco ha pintado hasta hace unos meses, salvo por la película esta de Julia Roberts y la de... em... eh... Julia Roberts y Richard Gere.
Nunca ha sido un signo de debilidad hasta que mi salud dental ha tomado la prioridad que ahora posee en la rutina higienica de mi día a día. De pronto es una cosa pequeñita que está por todas partes: en mi bolso, en el baño, en el baño del otro sitio, en mi otro bolso, en el estuche de cosas para chicas, en el estuche de maquillaje... es una cosa tan imprescindible que si prescindo de él un sólo día, además de no poder dejar de darlo vueltas a aquello que me ronde los dientes, no dejo de echarlo de menos ni un sólo segundo. Y sin embargo ¡con qué facilidad prescinde el hilo dental de mí cuando se queda por ahí en algún recobeco de otro bolso, o encima de la cama, o en la repisa del baño mirándose en el espejo!
Mi dependencia a llegado a ser tanta que a veces ¡hasta he comprado un hilo dental nuevo! para el momento del apuro.
Y anoche se terminó. No voy a decir que no lo esperaba... las cosas estaban siendo extrañas desde hace días, notaba como adelgazaba, como se dejaba llevar con ligereza, como algún día no muy lejano el momento que algunos llaman el momento del HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO, y tendría que buscar en el super un hilo dental nuevo igual o con sabor a menta o con cera o sin ella, o con un sistema de dispensador diferente, ¿quién sabe?
No hay má ciego que el que no quiere ver. Anoche, cuando me dijo FIN yo sólo sentí rabia de no haber buscado antes la manera de reemplazarlo para no quedarme toda la noche echándole de menos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Bisolvón antitusivo, el jarabe que más me pone!!

cómo se aprecia

La de la esquina doblada