Lexatin 1.5


Cuando todo funciona bien en la cabeza, nada necesita explicaciones ni lineas de desahogos. Uno no se explica cómo ni qué pasará después, pero todo funciona y eso basta, y es más importante disfrutar del momento en que todo funciona que entender por qué funciona. En cambio si falla un cable, si hay una mala conexión, si algo se ha enchufado en el enchufe que no le corresponde, entonces no se puede dejar de dar vueltas al funcionamiento de las cosas, a por quñe funcionaban y por qué ya no funcionan, a qué es lo que ha fallado, no soy yo, sos vos. Qué tubería ha producido el cortocircuito, el fatal error, el momento, la circunstancia.

Se buscan culpables . Una solución es echarle la culpa a la química, a las hormonas y esas cosas. Nadie sqabe muy bien lo que tiene dentro y, atribuyendo nuestros problemas al mayor milagro de la naturaleza, al cuerpo humano, en suma a nuestra ignoranca, (la madre de la felicidad) podríamos dejar de agobiarnos pensando que antes o después todos los procesos naturales terminan. Son efímeros, (léase la vida misma, que también termina). Pero lo peor de buscar culpables es que lo fácil, lo más fácil, la gran debilidad errónea del hombre, cegado por la angustia y siempre hambriento de guerra, es encontrarles. Tacharles a todos de presuntos culpables y alejarse e ellos con pasos de equilibrista, con palabras hirientes que no vienen al caso ni al cuento, con palabras que a veces duelen a través del tiempo.


Pero esto no es nisiquiera un consejoj, ésto sólo son las instrucciones a seguir cuando se estropea una máquina que creemos saber cómo funciona.

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