Días de hartura
Las cosas que no se deberían hacer en esos días en los que una está tan hasta la coletilla de todo lo que al rededor divaga en forma de ser (o no ser, esa es la cuestión) son todas las que lleven a cabo un proceso decisivo entre un sí rotundo y un no rotundo, pasando por el a lo mejor, quizás, tal vez, nunca, jamás y otros adverbios de tiempo y de posibilidad (en el transcurso de los años me he vuelto tan tonta que ya no se si eso existe y aunque me suena vagamente, no soy capaz de determinar si es una imaginación de esta cabeza lunática. Por eso, en mi errar,que me perdonen los genios del idioma y toda esa gente de la RAE, a sabiendas de que soy semi-consciente del daño que le hago al léxico). Ni siquiera mandar a paseo a ese noviete a medias, ni tener un flirteo nocturno del que puedan surgir posteriores arrepentimientos, ni un flirteo diurno fabricado a base de sonrisas y coqueto parpadear sin químicas etílicas de por medio tan siquiera, ni prometer el oro y el moro, ni comenzar gra...